miércoles, 18 de julio de 2012

La Ètica en la Terapia Floral de Eduardo H Grecco

“A ninguno de nosotros, en esta tierra, se le pide que haga más de lo que esté en sus manos hacer, y si nos esforzamos por obtener lo mejor de nosotros mismos, la salud y la felicidad constituyen una posibilidad cierta para cada uno de nosotros”.

Edward Bach


Existen por lo menos dos visiones en torno de la cuestión de la
ética en la Terapia Floral, que además son perspectivas que también
están presentes en el ordenamiento del tema que hacen las doctrinas
filosóficas.
La primera, se ajusta al modelo de una ética “formal y
prescriptiva”, tal como la que implementan los colegios profesionales:
reglamento, normas y poder “policial” para la sanción de las
infracciones que se puedan cometer por acción u omisión en la
práctica profesional.
La segunda, se basa en el principio de que aquello que guía la
conducta terapéutica no puede reducirse a un reglamento ni a una
cuestión de poder sino que hay que fundamentarla en torno del
proceso formativo y al hecho que la ética siempre se formula desde
un cierto contexto axiológico de manera que no puede desarrollarse
una propuesta ética independientemente de un “sistema de valores”
desde donde se sostiene esa propuesta.
Este es punto de importancia que relaciona la cuestión de la
ética de nuestra práctica floral en torno al problema de origen o la
fuente de los mandatos éticos que nos legislan y que puede resumirse
en la pregunta sobre si la ética es autónoma o heterónoma al sujeto.
Algunos responden que lo que se ha realizado por la fuerza de una
coacción externa no es ético, para otros, en cambio, no hay ética sin
la presencia de esa fuerza ajena que puede radicar en la sociedad, en
Dios o en formas institucionales sancionadas por la cultura o la
tradición.
También, es bueno diferenciar la cuestión de la ética y de la
moral. Ateniéndonos a una visión filosófica la moral tiene que ver con
contenidos y actos prohibidos o recomendados, que están en relación

siempre a contextos históricos y culturales. De modo que, algo que
puede ser moral hoy en una circunstancia, en un momento histórico,
en otro momento o lugar puede ser inmoral.
En cambio, lo ético es algo permanente.
Se vincula al hecho de que siempre hay algo prohibido. A la
relación entre “deseo y prohibición”. De este modo la ética posee un
estatuto o posición existencial de naturaleza estructural .En cambio la
moral, es siempre histórica y del orden del acontecimiento.
Lo ético es un orden estructurante (LEY), lo moral un contenido
concreto de esa ley.
Aristóteles señalaba que las “virtudes éticas” son aquellas que
se desenvuelven en la práctica y que van encaminadas a la
consecución de un fin y las diferenciaba de las virtudes dianoéticas (o
de la inteligencia) que son como los principios fundamentales sobre
los cuales se basa la ética, tales como la sabiduría y la prudencia.
Las primeras virtudes (éticas), tienen su origen en la
costumbre, en los hábitos y las tendencias. En cambio las segundas
trascienden estas facticidades. Si lo planteamos en otra dimensión de
cosas, las virtudes como hábitos representan la memoria de la vida y
los apegos del alma. De tal manera que uno podría bien cuestionarse
hasta que punto estas normativas no existen para ser trascendidas.
Pero ya sea expresada como moral y ética, como
acontecimiento y estructura, como éticas y dianoética, se hace
necesario tener presente, al formular la cuestión de la ética, desde
“que valores fundamentales” establecemos una guía para una
práctica, en este caso la práctica floral.
Lo cual lleva nuevamente al problema de cuales son los
“valores” esenciales que orientan nuestro arte profesional.
Podemos hacer una diferencia de partida entre una práctica
floral orientada a construir Sujeto y otra práctica floral orientada a
aliviar las tensiones del Yo.
Creo que puede sostenerse, si leemos a Bach atentamente,
que el objetivo de la Terapia Floral por él creada, no tiene como
función esencial la cura sino el conocimiento que proporciona libertad
(Solo la verdad os hará libres).
Esto es ayudar a que cada quien se construya como Sujeto
sujetado a la ley de la evolución y se libere de la interferencia y tiranía

de la enfermedad. Si en este proceso la persona alivia sus síntomas
es un beneficio secundario del proceso, pero no la finalidad primaria,
que es conocer lo que se desconoce, erradicar la ignorancia.
Esta es la dirección del Alma.
Pero la Personalidad, el Yo, anhela bienestar, no tener
tensiones, niveles crecientes de placer. Y esto, a veces, va en contra
del proceso de aprendizaje.
El alma quiere crecer, el Yo mantener el statu quo.
Esto implica, según donde nos posicionemos como terapeutas,
una ética diferente en nuestra práctica que podemos llamar ética del
Alma y ética del Yo, la ética del deseo y la ética de las realizaciones.
¿Queremos que nuestros pacientes crezcan, evolucionen, anhelen la
plenitud y sean mas libres o que se sientan mejor, sean más exitosos,
ganen mas dinero y tengan mejores orgasmos?
También, hay otra diferencia importante que plantea Bach.
El terapeuta y los remedios son instrumentos del Plan Divino.
No curan nada por si mismos sino que son las “herramientas
del Alma”para ese fin. Y el Alma de los pacientes nos elige, ya que
no hay encuentros casuales, para hacer una tarea y aprender una
lección.
Y esto marca la necesidad de una profunda humildad por parte
de los terapeutas que canalizamos el plan de la evolución en una
circunstancia concreta para una persona concreta que es por un
tiempo concreto, nuestro paciente.
Pero además, esto implica que si los pacientes buscan esa
ayuda de “un hermano mayor” es porque es en el marco de este
proceso relacional donde debe suceder esa alquimia transformadora.
La evolución siempre es coevolución.
Así como el cuerpo es el pivote de nuestra existencia, la
coexistencia es el pivote de nuestra evolución. Y el particular vínculo
que se establece en la práctica floral entre paciente y terapeuta esta
destinado a eso: contribuir a la evolución.
Por eso es que desde hace años insisto en que las flores
curan, pero es la relación la que sana. Una relación de alma a alma,
que para que advenga primero hay que disolver las transferencias

(apegos) de las personalidades para que podamos abrirnos a ese
encuentro.
Como consecuencia, entonces, la dirección del tratamiento
floral esta guiado por un principio ético que es la sujeción del alma a
la ley del deseo, a la ley de la evolución, la ley de la liberación, la ley
del amor. Todo lo que contradiga este principio falta a la ética floral.
Esto puede sonar muy abstracto pero no lo es en modo alguno
y ustedes verán como cuando hablemos de las reglas éticas de la
Terapia Floral, se concreta un poco más.
Es importante tener presente que antes de establecer normas
o definir trasgresiones tengamos presente que la justicia no reside en
la existencia de un código penal, sino que un código es del orden de
lo legal pero no necesariamente de lo justo. La justicia se basa en el
amor, la compasión, la generosidad, en el no quedarme con nada que
no me pertenece ya que esto es codicia, y la peor de las codicias es
la moral, decía Bach, de modo que apoderarnos de otro, interferir con
el otro, quitarle su libertad, eso, también, es falta de justicia.
De modo que, un código de ética puede ser una letra vacía si
no existe la palabra plena (justicia) que la sostenga. Esa palabra
plena reside, para Bach, en el deseo de servicio. “El terapeuta del
mañana comprenderá que él, por si mismo, no tiene poder para
curar, pero que si dedica su vida a servir a sus hermanos, a estudiar
la naturaleza humana, y así comprender, en parte, su significado a
desear de todo corazón aliviar el sufrimiento y a renunciar a todo
para ayudar a los enfermos, entonces podrá canalizar a través de él
el conocimiento que los guíe y la fuerza curativa que alivie sus
dolores. Y aún sí, su poder y su capacidad de curar estarán en
proporción a la intensidad de su voluntad de servir”.
Si puntualizamos estas cuestiones: contribuir al plan de la
evolución del alma del paciente y actitud de servicio, creo que
estamos en condiciones de hacer comentarios un poco más cercanos
a la pregunta por las reglas de la práctica floral.
Para ser terapeuta, no sólo Terapeuta Floral no se necesita ser
santo, Inclusive diría que ser un poco hereje es una buena condición.
Lo que si se necesita es claridad de intención y generosidad de
propósito. Claridad de intención en torno de “porque” queremos ser
terapeutas y generosidad de propósito en la” ayuda y el servicio que
prestamos a nuestros semejantes”.
Ser terapeuta es un llamado y un desafío.

Una propuesta que la vida nos hace, en parte para pagar
karma y en parte porque la vida confía en nuestras almas para
otorgarle la posibilidad de poner en nuestras manos otras almas. Pero
¿buscamos ser terapeutas para sanar heridas en nuestra estima, por
orgullo o por codicia o por una sincera intención de servicio?
Aceptemos que no elegimos ser terapeutas como elegimos ir al cine.
La vida nos eligió y fue por algo ¿Estamos dispuestos a responder a
ese llamado? ¿Estamos dispuestos a responderlo con generosidad y
compromiso? ¿Nos hemos hecho estas preguntas?
Si buceamos un poco los textos de Bach podemos encontrar
algunas cuestiones que nos sirvan de puntos de partida para construir
una ética floral que sirva de base a un normativa orientadora de la
práctica floral.
Estos puntos de partida podemos expresarlos en términos de
ocho reglas fundamentales de la práctica floral y que se relaciona,
cada una de ellas, con valores fundamentales.
1. La regla de lo no interferencia
No hacer nada que puede interferir con la vida y la libertad del
paciente.
No pretender que vaya a donde nosotros queremos, ni busque
los objetivos que nosotros anhelamos.
No fomentar dependencia alguna del paciente, por el contrario,
trabajar en la disolución de sus apegos y transferencias.
Ayudarlo a consolidar su individualidad y que se haga cargo del
“timón de su vida”. Ayudarlo a levantarse, pero no realizar su
tarea.
Valor: libertad
Hay que recordar que en Bach la perfección del alma es un
instrumento para alcanzar la libertad. Que el Alma debe
liberarse de las ilusiones y ataduras de la personalidad. Que la
plenitud consiste en ser libres y ser libres es cumplir los
dictados del Alma. Pero también es importante el señalamiento
de Bach que afirma, hablando del camino para ser terapeuta
“(...) luego, después de habernos liberado podremos usar esa
libertad para liberar a otros.”
2. La regla de la responsabilidad de la cura
La cura es una tarea que el paciente debe hacer por si mismo.
El paciente debe aprender que la cura depende de su propio
esfuerzo y que proviene del propio interior.

No debe hacerse nada que releve al paciente del compromiso y
responsabilidad personal con su cura ni fomentar sanación
alguna que no provenga del propio interior.
Valor: responsabilidad
Hay que recordar que esta responsabilidad de cada uno es
ante Dios y nuestras almas y es ante Dios y nuestra alma que
debemos dar cuenta de nuestros actos, pensamientos y
experiencias.
3. La regla del deseo del servir
El terapeuta debe dedicarse y servir a sus pacientes con lo
mejor de si mismo y su capacidad de cura esta en proporción a
la intensidad de su deseo y su voluntad de servir.
El deseo de ser terapeuta y no el interés material es el que
debe guiar su práctica.
Los terapeutas florales son “trabajadores de la salud” y como
tal, deben percibir honorarios justos.
Valor: servicio, compasión, generosidad
4. La regla del conocimiento
“El deber del arte de curar será el de asistirnos y
proporcionarnos el conocimiento necesario para vencer
nuestras enfermedades, y además, administrar los remedios
que fortalezcan nuestras mentes y nuestro cuerpo físico,
dándonos asÍ mayores posibilidades de victoria”.
“(...) ayudar al paciente a conocerse a si mismo y señalarle
los errores fundamentales que puede estar cometiendo”
Valor: sabiduría
5. La regla de la serenidad
Hay que respetar los tiempos de los procesos del paciente.
Ser sereno en la práctica.
Darse tiempo para escuchar y comprender.
Darse tiempo para meditar y razonar sobre el paciente, su vida,
sus historias y sus padeceres.
Valor: paz, paciencia
6. La regla del secreto

Se debe respetar la privacía y el secreto de las informaciones a
las que se accede en el marco de la tarea profesional.
El silencio sobre los pacientes, su vida, su historia, etc. forma
parte de la ética profesional.
Valor: Prudencia
7. La regla del amor
No juzgar y aprender a aceptar al paciente como el paciente
es.
Amarlo como persona y reconocer en él, la chispa divina que
alberga.
Verlo como un espejo y un maestro en nuestras vidas.
Valor: amor
8. La regla de la polaridad
“La enfermedad y el error no serán vencidos mediante la lucha
directa sino reemplazándolos por el bien”.
No hay que resistir el mal, la enfermedad o el síntoma, sino
ayudar al paciente a desarrollar la virtud opuesta.
Una palabra final: la dirección de la cura en todo el proceso
floral no es una dirección que impone el Yo del terapeuta sino que
determina el Alma del paciente.
El terapeuta es testigo de este proceso y ayuda a mostrar y
sortear los obstáculos y aconseja los recorridos adecuados para
sanar las fallas y desarrollar las virtudes opuestas.
De manera que, la práctica floral es un buen camino para
aquellos que necesitamos aprender humildad y vocación de
servicio y, tal vez, por eso nos hallan elegido para ésta tarea, mas
que, como nos gustaría creer, por nuestros dotes, talentos o méritos
personales.









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