lunes, 23 de julio de 2012

La Flor del Amor y la Caridad por Barbara Espeche

El amor que menos interroga es el que más da.
   Que las obras que ejecutes, en nombre de Dios,
    sean invisibles como Dios”
                                            (Nemer Ibn El Barud)

                                         

 La práctica clínica de muchos terapeutas florales ha enseñado que el Holly es un elemento que proporciona inestimables beneficios a los pacientes , que restaura y aporta una cuota de amor necesaria para seguir avanzando en el proceso de evolución , que alivia las pérdidas y hacer ver el mundo de un modo diferente.



Pero ¿Qué es Holly?
Antecedentes
El Holly, también Acebo o Ilex Aquifolium, fue introducido por los galos en las islas Británicas. Es un arbusto o árbol pequeño y perenne que crece en bosques extendiéndose en casi toda Europa.  Sus flores blancas son pequeñas (entre 6 y 8mm) y proceden de capullos color púrpura. El significado que le daban los celtas al Holly era de “santo”.
El Holly fue siempre considerado un símbolo de lo sacro, una alegoría de unión del hombre con la divinidad. Para los druidas, que se atenían a los ritos británicos, era considerado el árbol de la vida. Lo llamaban Panacea, “el que todo lo cura”. De allí posiblemente provenga que en algunas tradiciones medievales el Arcángel San Miguel  fuera asociado al Holly como árbol de sanación que desarrollaba su acción sin dejar rastros tras de sí.
“Lo que confunde a sus seguidores es que los ángeles no dejan huellas” (Nemer Ibn El Barud) (Licencia poética)
Los químicos han tratado de averiguar largamente porque conquistó el nombre de Panacea sin encontrar aún propiedades medicinales de valor, aunque los antiguos lo apreciaban no solo como medicamento sino como afrodisíaco espiritual.
Sir James Frazer en su libro “La rama dorada” explica que los druidas arrancaban ramas del Holly simbolizando con ello la castración del viejo rey por su sucesor, pues el holly es un símbolo fálico original y de regeneración. Su nombre latino es “viscus” y en griego Ixias, relacionado con vis e ischus (fuerza) probablemente a causa de la viscosidad espermática de sus bayas y el esperma coom vehículo de la vida.
El puebo de los Ainos (Japón), coincide con los celtas en que el Holly sirve para curar todo, también los antiguos italianos lo usaban para lograr la concepción y como remedio para las dolencias de la infancia.
En Europa, La Noche de San Juan (24 de junio) en una ceremonia ritual y popular se cegaban los ojos del año con una estaca de Holly, pues según una leyenda escandinava los otros árboles se negaban a hacerlo.
 En un villancico sobre el Acebo se dice:
“…de todos los árboles que hay en el bosque el acebo se lleva la corona.”

En otra canción popular sobre los árboles del bosque:
“De todos los árboles cualesquiera que sean, el mejor decisivamente es el acebo.”
En esta misma canción se compara algunas propiedades del árbol con el nacimiento y la pasión de Jesús:
“La blancura de la flor
La rojez de la baya
La agudeza de las púas
La amargura de la corteza…”

Los irlandeses nombraban a siete árboles sagrados como regentes, junto a un planeta, de los días de la semana.
Así las relaciones comparativas eran:
Abedul Sol  Domingo
Sauce (willow)   Luna Lunes
Acebo (holly)   Marte Martes
Avellano    Mercurio Miércoles
Roble (oak)  Jupiter   Jueves
Manzano (crab apple)  Venus   Viernes
Aliso       Saturno Sábado

Lo que atribuye al Holly un atributo de fuerza (Marte) frente al proceso curativo.
El alto poder concedido al acebo en diferentes pueblos y religiones llegaba incluso como entre los druidas y los camboyanos, a sostener de después de completar , paso a paso, el conocimiento sagrado, este árbol otorgaba a quien recorría ese camino el don de la “inmortalidad”.
La presencia del Holly en el sistema floral  
El Holly cubre en el sistema floral del Dr. Bach uno de los más importantes aspectos emocionales del ser humano: el amor y todas sus vicisitudes.
Podríamos decir que el Holly es un elixir, una “pócima de amor”.
Nos abre las puertas del corazón para alegrarnos de sentir esta emoción maravillosa, que nos purifica el alma y nos inunda con su gracia.
Holly tiene que ver con la emoción  autentica del amor, un sentimiento que en acto demuestra la capacidad de dar sin sometimiento, en libertad y con total entrega; con aprecio alegría y apego a la vida y a cada uno de sus componentes. La naturaleza, los hombres, los animales…
Tomar Holly es, metafóricamente, una operación a corazón abierto, donde nuestras emociones quedan al descubierto, donde nos permitimos estar atravesados por las fuerzas constructivas del amor y con ello las delicias de la vida.
Tomar Holly es decir: “Cuando me veas orar, no pienses que estoy arrepentida, sino agradecida” a Dios, a la vida y a Bach y su mensaje.”

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